pista de baile de la discoteca Amnesia bajo las luces, llena de gente bailando y coreando al DJ

Discotecas y más

Mundo nocturno

El mundo del ocio nocturno es valorado, cada vez más, como un aliciente distintivo frente a la competitiva oferta turística internacional.

Entre nuestras discotecas -ahora rebautizadas como ‘clubs’- muchos echarán de menos al Space, que cerró sus puertas al finalizar la temporada 2016 dejando atrás una laureada historia capitaneada por Pepe Roselló.

De entre las que quedan, las de más renombre son Amnesia (pionera de la fiesta de la espuma, creemos que vivió tiempos mejores cuando uno se sentía como en una fiesta alternativa dentro de una gran casa payesa), Pacha (Ricardo Urgel todavía como patriarca de este gran emporio del marketing pese a haber sido adquirido recientemente por una gestora de capital riesgo y Francisco Ferrer como irremplazable RRPP y responsable artístico), Privilege (se autoproclama “el club más grande del mundo” aunque en el inconsciente popular sigue eclipsado bajo la alargada sombra del irremplazable KU…) o Es Paradis en San Antonio, una sala más modesta pero que tras años de andadura ha sabido mantenerse fiel a su esencia. Más selecto quizás, y con una alta concentración de minifaldas por metro cuadrado, está el nuevo Club Chinois.

La gente aplaude una actuación musical en el Blue Marlin de Ibiza

Como nota discordante decir que mientras algunas fiestas discotequeras son excelentes, otras parecen encontrarse reñidas con el buen gusto: ante la falta de mejores ideas han degenerado hasta recurrir a una especie seudopornografía como reclamo principal, aunque al final tal despliegue de vulgaridad no hace seguro ningún favor a la imagen del local en cuestión.

Otro tema es el precio de las entradas y las copas, algo desorbitados; no hablemos ya de las “subastas” de mesas en los privés, objeto de deseo por parte de algunos nuevos ricos ansiosos de ostentación…

La cuestión es que ahí las leyes del mercado mandan! Ah, y si no quiere quedar como un pardillo recién salido del huevo, que sepa que las discos de Ibiza hay que pisarlas a partir de la una de la madrugada (así está escrito) a menos que quiera intentar pasar por la cara, pues antes de la marabunta siempre es menos difícil. Los todopoderosos porteros suelen ser correctos y buenos psicólogos, el tema se ha profesionalizado bastante.

Pero la vida nocturna va más allá de las discotecas: La noche puede iniciarse por ejemplo en el famoso Café del Mar para ver el atardecer en un ambiente casi de culto para con el astro sol, mientras la buena música exalta nuestros sentidos.

Las calles de Ibiza ciudad por la noche son todo un espectáculo (o un circo) por lo variopinto de sus personajes y los palmitos esculturales que por ahí se pasean y su oferta de bares es tremenda.

Otras opciones son las quedadas “rave” o boca a boca en parajes naturales aislados, que están muy bien aunque siempre que no sean multitudinarios pues es fácil se les vaya de las manos a los organizadores (riesgo de incendios, colapsos, pueden durar hasta 2 ó 3 días, etc), que se arriesgan en todo caso a una multa considerable. Pero las ‘quedadas’ en la playa o el campo entre grupos de amigos son fantásticas.

Hay varios locales esparcidos por la isla que ofrecen copas y buena música, por ejemplo el indispensable Atzaró Beach con un ambiente estupendo y privilegiadamente situado sobre la playa de Cala Nova, o el Blue Marlin en la playa de Cala Jondal y en el puerto de Marina Ibiza (su web por cierto está solo en inglés ¿el próximo idioma será el español o el ruso?). Quizás les seduzca algo más relajado, como la barra del Nassau Beach Club frente a la playa d’en Bossa.

Lugares con actuaciones en vivo

Si prefieren la música no enlatada hay varios locales que ofrecen actuaciones en vivo regularmente. Philippe, el encomiable creador del Chirincana, se trasladó a la playa de Cala Nova donde da rienda suelta a su buen rollo en el Amorigen, donde sigue ejerciendo de alma mater. El restaurante Casa Colonial no se especializa en actuaciones musicales, pero sí que a veces ha habido algún espectáculo ocasional, rodeado de estupendos jardines. En la city tuvimos el mítico Teatro Pereyra de noches inolvidables, del que el Teatro Ibiza se propone recoger el testigo.

Las sesiones vespertinas del nuevo Mongibello están dando mucho que hablar por reunir a los vividores con estilo más canallas de la isla. Orientado a los babyboomers pero divertidísimo para cualquier generación de la X a la Z, tenemos los conciertos Children of the 80’s en el Hard Rock Hotel, con acceso gratuito a los residentes de la isla. Nada sin embargo recupera el lugar destacado en la noche ibicenca que tuvo antaño el Sandy’s bar en Santa Eulalia, lugar de encuentro de artistas, intelectuales y vividores varios… ¡divina nostalgia!

Y entre todo ello hay una perla negra bien auténtica, el Can Jordi Blues del carismático Vicent, local frecuentado por rockeros de pro, aficionados primerizos, canallas con corazón, payeses y princesas, formando un mix que le da al lugar un ambiente ecléctico inigualable!

Y no pueden perderse las «Fiestas del Pueblo» o las del «Día del Turista«, a menudo están ambientadas con orquesta; son fantásticas y el ambiente es ideal pues reúnen a todo tipo de gente -mayores, jóvenes, abuelos y niños- al aire libre.

Infórmese de las fechas pues cada pueblo celebra las suyas coincidiendo con la festividad del patrón de cada uno de ellos; las de Sant Joan de Labritja, por ejemplo, combinan la orquesta “carca” de toda la vida y un espacio de música electrónica para los más jóvenes, obsequian con “orelletas” e incluso preparan las nueve hogueras tradicionales de la Nit de Sant Joan ibicenca, que los más aguerridos saltarán.

Por su parte San Antonio organiza su propio Flower Power popular ¡Una fiesta de lo más divertido! Otra opción nocturna diferente son las excursiones de luna llena… Pregunte por ahí pues hay varios grupos “amateurs” que las organizan.

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